Madre.

Tus ojos han llorado,
tus manos han tocado
el frió suelo
dejando ver por un momento
a la guerrera derrotada,
pero te levantaste
demostrándome que ningún dolor
es eterno.

Te he visto sonreír
con esos hoyuelos en la mejilla
que me dicen “Todo estará bien, aquí estoy”
y  he tenido el placer
de escuchar y provocar
esa risa que hace estremecer
a cualquiera.

Te he visto ser madre,
en ocasiones padre,
amiga en locuras
y hermana en sabiduría.

Y no puedo explicar la sensación
que siento cuando estoy
entre tus brazos,
llenas ese vacío
y quisiera ser eterna
entre tus brazos
y no hay infinito
que se compare con tus ojos,
que son el lugar donde suelo
esconderme cuando algo
sale mal,
porque son las ventanas
que siempre estarán
abiertas
por sin un día
cuando el frió me congele,
pueda entrar,
calentándome entre tus brazos,
buscar comprensión en tus ojos, 
llorando en tu hombro,
siendo yo hija
y tu madre.

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