Ándres

Te conocí en una estación del tren y mi corazón no estaba preparado para el desastre que ibas a causar.

Recuerdo todo  muy bien, nos miramos varios segundos 
y yo solo le pedía al universo que me hablaras, 
que me dedicaras una sonrisa 
o simplemente imaginar que contigo iba a funcionar.
Te levantaste y con voz tímida dijiste "Hola" 
tu jamás sabrás la revolución que causaste en mi corazón.

Todo paso tan rápido que en unas semanas  tomabas mi mano 
mientras me decías que era hermosa, el campo seco de mi corazón 
comenzaba a florecer, con cada beso, caricia, abrazo
pero sobre todo con aquel "Te quiero" que broto de tus boca una tarde mientras dormía en tu pecho.

Ahora me doy cuenta que jamás tuve el valor para decirte que también te quería,
una parte de mi sabia el daño que ibas a causar, 
la razón le dijo al corazón que  se protegiera, 
que la caída iba allegar pronto.

Te marchaste un 26 de julio, el día de mi cumpleaños
jamás volví a saber de ti 
y todas las noches mientras lloraba le pedía al universo no volver a saber de ti.

Sigo sin entender porque tenia que conocerte,
porque cuando mi corazón comenzaba a estar en calma se atravesaron tus hermosos chinos,
el olor a chocolate que emanaba de tu piel,
tus manos ásperas que acariciaban mi mano cada vez que la tomabas,
tu besos en la frente,
tus abrazos en medio de la multitud que me hacían sentir segura, en casa
y todas las palabras que me decías mientras escuchábamos canciones en tu recamara,
esas palabras que ahora duelen recordar.

Me duele escribir sobre ti
porqué al final esto es lo único que va quedar de nosotros;
unas cuantas líneas que relatan la llegada del invierno a mi vida,
congelando todo 
llevándose las ilusiones de que la primavera volverá a llegar. 

No vuelvas.
Se feliz con ella. 


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